Pbro. Patricio Jhonatan Roa Sáez
Parroquia Cristo Rey – Laja
Mi nombre es Patricio Jhonatan Roa Sáez y, si bien nací en Santa María de los Ángeles el 06 de Septiembre de 1982, he vivido toda mi vida en Laja. Tengo 24 años y mis estudios los realice en el Seminario Metropolitano de Concepción. Me ordene sacerdote el 16 de julio de este año. Mi familia la componen mis padres: Mario y Juana, y mis hermanos: Mario, Malex y Lilian.
Mi vocación al sacerdocio comienza a fraguarse al interior de mi familia: por las enseñanzas de las
primeras oraciones, la participación de
Cuando niño gustaba de "jugar a presidir
hermanos. Hoy, creo que Dios, me fue manifestando la vocación sacerdotal desde pequeño y, que mi historia personal está marcada, en sus altos y bajos, por los signos de esta constante llamada.
Crecí como un niño católico normal, participando de la catequesis de Primera Comunión. Pero poco a poco, mi historia vocacional se fue construyendo: el acercamiento a la figura sacerdotal y a
Cuando cursaba segundo año medio, comencé a participar de las Jornadas Vocacionales. Pero fue en cuarto medio cuando –por el trabajo de discernimiento vocacional- me decidí completamente por el seguimiento de Jesús en el sacerdocio, dejando el matrimonio y la pedagogía. Dos hechos significativos fortalecieron esta decisión: el realizar la experiencia de Periodo Motivador y mi participación en Roma de
de su llamada, especialmente por el testimonio y las palabras de un santo - S.S. Juan Pablo II: Si sois lo que tenéis que ser… encenderéis fuego en el mundo".
El año 2001 ingresé al Seminario Metropolitano de Concepción, junto a diez hermanos, de los cuales cuatro estamos terminando esta primera y fundamental etapa de formación: Boris Santana, César Paredes, Cristian Ortiz y yo. Alexis Sandoval e Iván García –por su reingreso- se nos agregaron posteriormente. La oración personal y comunitaria y el apostolado en el compartir diario me han
ayudado sobremanera; también el cooperar en hogares de ancianos, la visita a enfermos y a sus familias en sus casas y en el hospital, el apostolado en parroquia (monaguillos y catequesis de confirmación) y el acercamiento a la realidad carcelaria; además de las actividades propias de mi
parroquia.
Finalmente, agradezco a Dios Trino por este regalo que vale mi vida y a nuestra Santísima Madre que me ha protegido bajo su manto; al P. Félix Eicher, obispos Felipe y Miguel y,a los formadores del Seminario, quienes han sido verdaderos "padres"; a toda mi familia y parroquia; a mis amigos externos al Seminario, pero particularmente a los seminaristas, con los cuales he compartido los mejores
años de mi vida; y a quienes han cooperado con Dios para que sea quien soy, especialmente, quienes por sus sacrificios y oraciones siguen ayudando a limar defectos, eliminar pecados, fortalecer virtudes y a dar sustento seguro a este camino sacerdotal que apenas comienza.
¡Que Dios les bendiga!
DEI PROVIDENTIA MUNDUM ADMINISTRAT