Parroquia San Esteban – Mulchén
En primer lugar, quisiera saludar afectuosamente, en nombre de Jesús y María Santísima, a todos mis hermanos diocesanos, y desearles una feliz Navidad, felicidad que se acrecienta al tener la certeza de que... el Señor según su propia misericordia nos ha salvado.(Tt 3,4-7).
Mi nombre es Rodrigo Vilches Riquelme, hijo de Juan Francisco y Matilde del Carmen, soy el mayor de tres hermanos. Mi niñez, mi adolescencia y juventud transcurrieron enteramente en la ciudad de Mulchén, ciudad a la que guardo un particular afecto.
Mi familia la componen: mis padres Juan y Matilde, mi tía Carmen, y mis hermanos: Luís Antonio y Juan Francisco. Actualmente, tengo 31 años de edad y curso el cuarto año de teología, séptimo año de formación, en el Seminario Metropolitano de Concepción.
Transcurrido ya siete años de formación he podido comprobar con alegría que la vocación al sacerdocio no es algo accidental, ni producto del azar, ni capricho personal. Al contrario, es el Señor quien elige, prepara, curte y siembra; a través de signos, personas y acontecimientos concretos. En efecto, por medio de estos signos puedo constatar que el Señor Jesucristo es quien me ha llamado, para ser su ministro, administrar sus misterios y proclamar su palabra.
Estos signos o señales de amor del Señor comienzan a revelarse desde mi niñez, cuando mi familia (abuelitos, tía, papas) me llevaba a Misa. Sin duda, a corta edad poco se podía entender tan gran misterio; sin embrago, sólo en esa modesta acción Dios comienza a cultivar para en el futuro poder producir. Pronto fue el tiempo de preparación a la Primera Comunión y posteriormente a la Confirmación. Tengo que reconocer que desde aquella edad siempre sentí atracción por todo lo que dice relación con las actividades parroquiales en las que participaban niños y jóvenes. De hecho, durante éste tiempo comencé a participar en el grupo de acólitos con el Padre Roberto Hojas (Q.E.P.D).
Con el tiempo me incorporé, hasta entrar al Seminario, al trabajo en el Coro parroquial (labor pastoral a la que guardo un significativo cariño). Posteriormente, fui miembro del grupo Jupach y estuve varios años integrando la pastoral juvenil.
Con todo, los signos por medio de los cuales se va formando una vocación están presentes y el mismo Dios personalmente va trabajando allí. Estando en segundo año medio algo me motivó a asistir a una jornada vocacional. En aquella ocasión acompañé al ahora Padre Pedro Mieres, pero con sinceridad debo reconocer que el tema no me atrajo mucho, ¿sería acaso por la turbulencia de la edad? La verdad de las cosas es que no lo sé. El Señor sabe cuándo y cómo. Quizás no era mi tiempo. Luego, egresando de enseñanza media comencé a estudiar Relaciones Públicas y terminados los estudios, y con la gracia de Dios, hice mi práctica profesional en la Municipalidad de Mulchén, quedando contratado en el mismo municipio. La Providencia permitió que no emigrara de mi ciudad y siguiera unido a mi querida realidad parroquial.
Con el tiempo, afloraron nuevamente mis inquietudes vocacionales, situaciones que en la intimidad no me dejaban tranquilo ya que éstas amenazaban, creo, un proyecto de vida algo planificado. Pero todo acontece por gracia de Dios.
Se presentó el Jubileo de los Jóvenes en Roma (año 2000), del cual tuve la gracia de participar. Ver y escuchar personalmente a Juan Pablo II ayudó a disipar mis dudas y miedos. De regreso y con la guía del Padre Eduardo Riquelme (mi párroco) comencé a asistir a las jornadas vocacionales, instancia en donde maduré más profundamente mis motivaciones vocacionales.
A fines de 2001 postulé al Seminario Mayor junto a mi hermano Marcelo Troncoso, compañero en esta enorme y trascendental aventura divina, ingresando al año siguiente 2002.
Estos años en el Seminario han sido de gracia y crecimiento, agradezco a Dios por ello. En estas breves notas he querido dar a conocer mi historia. Sin lugar a dudas, en ella debo reconocer agradecidamente la cercanía de muchas personas que me han ayudado en cada paso de las etapas de formación; en especial agradezco a Dios el ejemplo, cercanía y amistad del Padre Eduardo que me ha acompañado durante todos estos años incondicionalmente, también el testimonio sacerdotal del Padre Mauricio Zapata, la amistad y la oración de mis amigos y parroquianos, pero, sobre todo, la incondicional ayuda y compañía de mi amada familia, uno de los signos más grandes del amor de Dios. El ejemplo de vida matrimonial de mis padres, la relación en la intimidad familiar con mi tía y mis hermanos, y el tipo de formación humana que he recibido en ella, centrada en los valores del Evangelio, han marcado el hoy de mi existencia.
¡Gracias a todos, y que el Señor recompense todos sus esfuerzos!
Finalmente, quisiera hacer un llamado a todos mis hermanos a comprometerse cada vez más en la oración y en la promoción por las vocaciones sacerdotales y religiosas, tomando una actitud de corresponsabilidad respecto a este importante tema; a los jóvenes a ser valientes y decididos para ser, a través de esta vocación particular, verdaderos discípulos y misioneros del Señor en nuestro tiempo.
Rodrigo Vilches, ha sido aceptado por la Iglesia Diocesana de Santa María de Los Ángeles, para incorporarse al orden de los Diáconos, la ordenación se realizara el día 31 de octubre de este año, a las 19:00 hrs, en la parroquia San Esteban de Mulchen.
Invitamos a todos a rezar para que el señor le conceda un ministerio fecundo y le permita ser siempre fiel al llamado que le ha realizado.